jueves, 21 de febrero de 2019

El Prestidigitador de Valamon Valley

El Prestidigitador de Valamon Valley



Llegó una oscura y terrible noche de tormenta, un carruaje oscuro que fue soltando cientos de hojas al azar por la calle de la ciudad de Vasnath situada al noreste de Valamon Valley.
A pesar del fuerte viento y la terrible lluvia, las hojas no se mojaron, y al mirarlas más de cerca pudimos
comprobar que se trataba de carteles hermosamente ilustrados de un futuro espectáculo de ilusionismo que se
llevaría a cabo en el antiguo y hasta ahora abandonado, campanario de la montaña Femint en los Apalaches
de EE.UU.


Muchos jóvenes se sintieron prácticamente obsesionados con la idea de ver un espectáculo ilusionista en tan
antiguo lugar.


Y es que el campanario de Femint estaba rodeado de leyendas terribles acerca de los motivos que impulsaron a
su desalojo...


En la pequeña ciudad de Vasnath se estilaba bastante las leyendas de maldiciones y fantasmas, pero desde que
la ciencia había avanzado tanto en el siglo IX los mitos habían estado apagándose y mermando hasta casi
desaparecer.

Pero los más ancianos seguían jurando conocer los motivos de aquella ruina que llevaba siglos en silencio,
juraban que por las noches, luces extrañas fulguraban a su alrededor, y extraños rumores de gente brillante
que bailaba a la luz de la luna se esparcían entre los vecinos de Valamon.

Yo fui uno de aquellos infantes que vieron aquellos enormes y hermosos anuncios.

El dibujo estaba hecho por un profesional, y la verdad es que desde aquel día nunca
he vuelto a ver ningún dibujante que sea capaz de igualar al del Prestidigitador de Valamon Valley.

En la imagen se podía ver a un hombre de pelo castaño, ojos marrones brillantes,
un traje negro con una preciosa corbata negra y un sombrero de copa que agitaba de forma alegre. Del sombrero
salían cartas de póker y conejos de diferentes colores, todos ellos realizados de forma casi real, casi perfectos.
Un enorme montón de letras que tenían formas distintas pero que querían decir lo mismo, "Nunca más verá
un show igual". Cada montículo de letras relataba la misma frase pero en diferentes idiomas, y reconocí
entre ellos el ruso, el inglés y el español. Pero en aquel mismo letrero también se hallaban otras lenguas de las
que yo no poseo conocimiento alguno.

Quieran los sabios de este mundo creerme cuando digo que yo, siendo tan pequeño, era un rebelde sin cura.
Deseaba por lo máximo ver aquel espectáculo y cuando se lo conté a mis padres ellos parecían dispuestos, pero
había algo que no les gustaba.

Sus sospechas se confirmaron cuando al mirar mejor aquella hoja, pude leer en letra algo más pequeña que las
demás, "No se permiten adultos".

Aquello levantó las sospechas de todos los padres de la ciudad, y presos de una ansia por descubrir el motivo de
tales normas se reunieron un día antes del espectáculo para rendir cuentas al Prestidigitador el cual apareció de
detrás de ellos con una sonrisa agradable.

Todos ellos se impresionaron por aquel truco, pero aquello no quedó ahí.

El Prestidigitador les preguntó que era lo que deseaban, todo aquello con una dulce voz y poniendo su
comportamiento mejor educado. Los padres le explicaron que querían saber el motivo del porqué los adultos no
podrían disfrutar del show junto a sus hijos.

El hombre sin nombre les contó que se trataba de un espectáculo dirigido a los niños, aunque si lo deseaban
podría hacer una doble sesión, una para los adultos y otra para los más jóvenes.

Al principio se negaron, pero cuando él les dijo que la segunda sesión, es decir, la de los niños, sería gratis, ellos
accedieron de buena gana.

¿Como expresar mi alegría al ser informado de que iba a ir a ver a tan increíble persona?

No podía...

Simplemente no...

Despedí a mis padres que fueron a la primera sesión al amanecer y me fui a reunir con mis amigos en la plaza de
Vasnath, la plaza esa que tiene una sirena como estatua en el centro y está rodeada de tiendas.

Todos nosotros llevábamos las entradas que la noche anterior nuestros padres habían conseguido cuando trataban
de bronquear al Prestidigitador y también los anuncios que habíamos recogido por la calle debido a las preciosas
imágenes que portaban.

Aquel día se me hizo eterno... No dejaba de pensar en lo mucho que deseaba que terminase la sesión primera y
me dejaran entrar para poder ver con mis propios ojos las habilidades de aquel singular personaje.

Uno de mis amigos me habló de que había visto a alguien hacer trucos con las manos en el mercadillo pero que
nunca había visto a alguien hacer magia como había leído en algunas novelas de misterio.

Al fin, la hora llegó y mi emoción aumentó conforme veía que la cola se iba llenando y llenando de niños que
iban hacia allá con la esperanza de ver a un maestro del ilusionismo.

¿Que clase de trucos mágicos nos tendría preparados?, Solo el futuro conocía esa respuesta y solo el moverme
hacia la enorme puerta de madera del viejo campanario me daría motivos para seguir soñando. Cierto, sabía que
aquello acabaría en algún momento, pero en aquel entonces solo deseaba verlo.

Entonces, los adultos fueron saliendo y mis padres vinieron a mi impresionados, "No sabes lo que vas a ver ahí
dentro, es, es increíble, parece magia de verdad..."

Entré y me senté con mis compañeros, el lugar había sido redecorado con colores brillantes y llamativos, las
sillas estaban ordenadas en escalones de manera que nos permitían ver delante de nosotros sin preocuparnos de
que alguien nos tapara. Habían columnas jónicas que sujetaban una enorme tela que parecía flotar por el techo
cubriéndonos y llenándonos de admiración debido a los hermosos dibujos que portaba. Eran estrellas y planetas
que inclusive parecían sobresalir de la tela y flotar por nuestros alrededores.

Frente a nosotros pudimos ver una mesa de piedra tallada de forma suntuosa.

Y al fin pudimos ver al Prestidigitador accediendo desde el suelo y haciendo un acto impresionante al retirar la
mesa a la derecha mostrando que no había ninguna trampilla que le hubiera permitido pasar.

Mi boca no podía dejar de expresar señales de admiración.

Él mientras tanto nos miró a todos y haciendo un gesto, las lámparas cayeron hasta quedar justo sobre nuestras
cabezas, entonces comenzaron a girar a velocidades imposibles, y las llamas fueron mezclándose entre si
formando aros de fuego que resplandecían por arriba y flotaban hasta las manos de Él quien comenzó a hacer
malabares con aquellos hermosos aros de fuego.

Entonces se detuvo y mostró que aquellas lámparas ahora eran candelabros, y los colocó sobre la mesa sonriendo
de forma agradecida por nuestra admiración. Prosiguió extrayendo del aire, una baraja de póker y nos fue
lanzando las cartas hacia nosotros, y sin embargo, las cartas quedaron suspendidas frente a cada uno de nosotros
provocando más y más gritos de admiración.

Entonces se sacó el sombrero de copa y tras mostrar que estaba vacío, las cartas fueron volando hasta allí e
introduciéndose en el interior de aquel sombrero tan extravagante.

El Prestidigitador tapó el sombrero con una mano y lo sacudió de lado a lado, entonces lo colocó sobre la mesa
y un conejo surgió de debajo de el. Todos estábamos mudos, sin palabras, simplemente estábamos sin palabras...

Yo me sentía en aquellos momentos, el muchacho más afortunado del mundo, hasta que... Hasta que descubrimos
la verdad...

El hombre colocó el sombrero sobre la mesa y tras recoger el conejo del suelo y lanzarlo a su interior, este
mismo comenzó a tomar un color amarillento, se amplió, cayó y un viento fue arrastrado a su interior con intensa
furia.

Las sillas de la fila delantera se tambalearon y los niños fueron siendo arrastrados al interior de aquel saco que
segundos antes había resultado ser un sombrero de copa. El Prestidigitador mostró una sonrisa cruel y sus ojos
cambiaron de color a un terrible azul con destellos amarillos.

Mis compañeros y yo comenzamos a ser arrastrados hacia aquel vórtice que lo arrastraba y devoraba todo cuanto
alcanzaba a su paso, exceptuando a su creador.

En mis gritos de angustia pude ver como muchos fueron cayendo al vacío que se había formado a mis espaldas,
y es que en aquellos momentos estaba agarrado a una cortina que todavía seguía en pie. Resolví mirar hacia atrás
y me horroricé por lo que vi...

Un gigantesco remolino verde que flotaba en mitad de la sala absorbía a los niños de dos en dos mientras que el
Prestidigitador observaba sonriente. Le grité que se detuviera...

Si, en aquellos momentos seguía creyendo que aquella locura era parte del show, pero estaba muy equivocado...

El se giró y cuando lo hizo vi como su cara se volvía líquida hasta desaparecer, y en su lugar un horrendo vacío
negro que me impedía ver su verdadera forma. El Prestidigitador alargó sus extremidades y comenzó a andar
hacia mi, sin ser arrastrado por la temible corriente que azotaba el lugar.

Asustado trepé por la cortina hasta detenerme al ver que esta se estaba rasgando por la zona de arriba. Tuve una
idea, una sola idea y la usé.

Salté hacia el cristal de la ventana y cortándome los rompí con mi impulso y aterricé en la verde hierba del
exterior. Vi que de la puerta iban saliendo todos los que no habían sido atrapados por aquella gravedad
incomprensible que tragaba todo a su alrededor.

Y entonces le vi a través de la ventana, vi como el enorme remolino se detenía al no tener a nadie más a quien
arrastrar y iba empequeñeciendo hasta convertirse en un saco del que se veían cosas moviéndose. El
Prestidigitador lo recogió y miró su interior, una sonrisa relució en aquel vacío oscuro que ahora tenía por cara y
entonces me miró con unos ojos completamente blancos.

Iba a escapar pero él me guiñó el ojo, y levantando el saco pasó su mano por el exterior volviéndolo aquel
sombrero de copa con el que había aparecido días antes.

Entonces cruzó la puerta, y se acercó a mi.

Estaba aterrado, pero no podía moverme.

Se agachó y colocando su cabeza a la misma altura que la mía me ofreció el sombrero de copa y musitó unas
palabras, "Nunca más te pierdas el Show". Entonces me lo colocó en las manos y se levantó marchándose con
una maleta que no había visto antes.

Ante mi asombro, mis amigos, los mismos a los que vi siendo arrastrados al vórtice, salieron también del
campanario como si nada. Los miré... Algo parecía haber cambiado en ellos... Ahora estaban ojerosos y tenían
una cara de seriedad mórbida.

Nunca más...

Quizás quería decir, "Nunca más volverán a impresionarse por algo".

Ellos habían perdido toda emoción, ya no eran aquellos muchachos con los que me relacionaba de pequeño.
Ahora eran masas de carne sin pensamiento, que seguían las órdenes de sus padres al pie de la letra, ya no eran
libres.

Aquella noche regresé a mi casa, mis padres emocionados me preguntaron como había ido todo.

Pregunté por varios niños que también habían sido arrastrados al vórtice, y me dijeron que habían regresado a sus
casas. Entonces les expliqué todo lo que había ocurrido pero no me creyeron, quizás fuera por todas las bromas
que acostumbraba a hacer. Típico, habían perdido la credibilidad en mi.

Me tumbé en mi cama junto a aquel aterrador sombrero de copa que ya no me parecía bonito, ahora era
nauseabundo y tenebroso.

Y desde aquel día ya no duermo las noches de la misma manera...

Quizás sea por las pesadillas que sufro... O quizás...

O quizás sea porque desde que tengo ese sombrero de copa...

Creo escuchar voces...

Las voces de mis amigos pidiéndome ayuda...